Los
adjetivos
Es importante señalar la influencia del Dr. Francisco Marcos
Marín para el desarrollo de este estudio adjetival. En su texto: Guía de la gramática de la lengua española,
asevera que “la colocación de algunos adjetivos con respecto al sustantivo producen
un cambio semántico” (67).
También se usan como expresión de una cualidad, es
decir, sirve para seleccionar,
discriminar y restringir al sustantivo que lo acompaña. Nos dice además, que “el
adjetivo depende del sustantivo, que le
corresponden conceptos dependientes, y que su función primordial es ampliar y
precisar con una nota la significación del sustantivo” (55).
El
adjetivo es una categoría gramatical esencial en toda la obra narrativa, ya que
se utiliza para representar y describir un determinado mundo ficticio. Ignacio
Bosque señala que “el adjetivo es una clase de palabras poseedora de unas características
formales muy precisas con las cuales podemos expresar significados, puede ser
atributo o modificador del nombre sustantivo” (133). También clasifica los
adjetivos en clases generales, establecidas por Dixon (1977) a saber
“dimensión”, “velocidad”, “propiedad física”, “color”, “edad”, “valoración”,
“propensión o capacidad humana”. Estas clases definen tipos semánticos o tipos
de conceptos que pueden expresarse por medio de adjetivos en las lenguas que
los poseen (175).
Andrés
Bello dice que “se llaman adjetivos porque suelen añadirse al sustantivo para
dar a conocer aquel objeto particular que estamos pensando” (36).
Puede colocarse antepuesto o pospuesto al
sustantivo; cuando se antepone da un valor estilístico a la frase por ejemplo: la oscura
noche (en este caso el adjetivo logra resaltar una cualidad sobre el
significado del sustantivo al combinarse). “La función del
adjetivo antepuesto es explicativa, pero no definidora, la anteposición
responde al deseo de valorar la cualidad… el adjetivo que se anticipa
denota, pues, actitud valorativa o
afectiva” (Bosque 191). El adjetivo se utiliza para hacer una evaluación del sujeto y del medio
social que lo circunda. También puede darle un
valor irónico a la frase como por ejemplo: bonita forma de contestar.
Por
el contrario “cuando se coloca pospuesto tiene una función determinativa,
definitoria, restrictiva de la significación del sustantivo. El adjetivo
delimita o restringe la extensión del sustantivo” (Bosque 191).
Según el profesor Alberto
Pastor: “el adjetivo es un soporte de las relaciones de diferentes tipos,
siendo las de carácter de atribución las
que más y mejor convienen a la naturaleza propia del adjetivo”.
En el cuento de Baldomero Lillo La Compuerta número 12 el adjetivo tiene un sentido expresivo ya
que con él se intensifican, las cualidades que describen tanto las apariencias
físicas, como psíquicas de los personajes. El adjetivo se utiliza no solo para
dar afectividad y belleza, sino que además como nos señala el Dr. Francisco A. Marcos
Marín: “el adjetivo es una categoría gramatical que utilizamos en español para
modificar, o expresar una cualidad del sustantivo al que acompaña (53). El hecho de que el adjetivo sea en esencia
“la expresión de la cualidad”, es lo que me ha inspirado a la realización de un
estudio más profundo de estas “cualidades”
que nos sirven para expresar propiedades, y que han sido usados en los cuentos de Baldomero Lillo.
Algunos ejemplos de
adjetivos físicos: grandes, elevada, pequeño, surcado, profundas, endeble, duro, opaca, decrépitos, sedientas,
enflaquecidas, callosa, oscura, enlutada, gruesos, gigantesco, silencioso,
enorme, mudo, brutal, sudoroso, jadeante, pesado, rápido, fangoso. Por medio de
las características físicas nos enteramos de las pésimas condiciones que
presentan los protagonistas: “cuerpecillo
endeble”; “carcoma humana”.
Algunos ejemplos de
adjetivos psíquicos: infelices, sumida, paternal, avasalladora, triste, tierna,
tenaz, extraña, inútil, infinita, honda,
furiosa, vertiginosa, dolorosa.
A través de las
calificaciones psíquicas como por ejemplo: “infelices criaturas”, “cavilaciones tristes”; ensimismamiento doloroso”
obtenemos una descripción del triste panorama de esta historia.
Hay también un tipo de adjetivación
metonímica en esta obra representado en: piso fugitivo, cripta enlutada,
rostro mudo, voz opaca, potro resabiado.
El adjetivo se
constituye en portador directo de la
funcionalidad implícita en el lenguaje y es poseedor de la intencionalidad de la que nos habla Chomsky en su obra: “El lenguaje y el entendimiento” cuando nos señala: … “es
intencional en cuanto que en el habla humana hay casi siempre la intención
definida de obtener algo de alguna otra persona, cambiando su conducta, sus
pensamientos o su actitud general con respecto a una situación” (50). Es en
esencia, según nos señala el Doctor Francisco Marcos Marín: la expresión de la
cualidad (53). La adjetivación cumple con la función de adentrarnos en la obra
para su mayor comprensión.
En este cuento hay un gran número de adjetivos que han
sido utilizados para denotar un fuerte
estado emocional, y otros que han sido utilizados para calificar. Algunos pertenecientes
a las clases del cuerpo humano y de la existencia humana. Destacan los
referidos al tamaño (pequeño,
grande); apariencia física
(feo, bonito); edad (viejo, joven) características personales
(puntual, amable), carácter evaluativo (bueno, rico, difícil), y
al de los sentidos (vista, oído, gusto, olfato, tacto). Con la abundancia de
adjetivos no solo se confieren valores
de belleza, dramatismo y veracidad a la historia, sino que además el autor los
utiliza para resaltar y poner
énfasis en su obra. También le sirven para caracterizar su mundo literario, y para lograr que sus lectores capten la angustia en
los protagonistas. En La compuerta número
12 han sido utilizados para destacar el horror a las condiciones de trabajo
y el miedo a la muerte.
Ignacio
Bosque señala: “los adjetivos son palabras que se aplican a otras palabras que
nombran objetos físicos o mentales; por medio de los adjetivos se adscribe a esos objetos una propiedad o un
conjunto de propiedades” (134).
Teniendo
presente estos conceptos he podido demostrar que estos recursos denominados
adjetivos aparecen en la obra de Baldomero Lillo, no en forma casual sino que
cada uno de ellos conlleva una función específica en el entramado lingüístico
de la obra. El autor los utiliza para
evocar una nueva percepción del mundo, que tal vez debido al acostumbramiento
cotidiano hemos dejado de percibir. En
esto consiste la intencionalidad que
adquiere el lenguaje en la obra literaria, de la que nos habla Chomsky, ya que,
recobra la importancia de la percepción perdida debido al acostumbramiento del
lenguaje.
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