Tuesday, October 21, 2014

LOS ADJETIVOS


Los adjetivos
Es importante señalar la influencia del Dr. Francisco Marcos Marín para el desarrollo de este estudio adjetival. En su texto: Guía de la gramática de la lengua española, asevera que “la colocación de algunos adjetivos con respecto al sustantivo producen un cambio semántico” (67).
También se usan como expresión de una cualidad, es decir, sirve  para seleccionar, discriminar y restringir al sustantivo que lo acompaña. Nos dice además, que “el adjetivo depende del sustantivo, que  le corresponden conceptos dependientes, y que su función primordial es ampliar y precisar con una nota la significación del sustantivo” (55).
El adjetivo es una categoría gramatical esencial en toda la obra narrativa, ya que se utiliza para representar y describir un determinado mundo ficticio. Ignacio Bosque señala que “el adjetivo es una clase de palabras poseedora de unas características formales muy precisas con las cuales podemos expresar significados, puede ser atributo o modificador del nombre sustantivo” (133). También clasifica los adjetivos en clases generales, establecidas por Dixon (1977) a saber “dimensión”, “velocidad”, “propiedad física”, “color”, “edad”, “valoración”, “propensión o capacidad humana”. Estas clases definen tipos semánticos o tipos de conceptos que pueden expresarse por medio de adjetivos en las lenguas que los poseen (175).
Andrés Bello dice que “se llaman adjetivos porque suelen añadirse al sustantivo para dar a conocer aquel objeto particular que estamos pensando” (36).
 Puede colocarse antepuesto o pospuesto al sustantivo; cuando se antepone da un valor estilístico a la frase por ejemplo: la oscura noche (en este caso el adjetivo logra resaltar una cualidad sobre el significado   del sustantivo al combinarse). “La función del adjetivo antepuesto es explicativa, pero no definidora, la anteposición responde al deseo de valorar la cualidad… el adjetivo que se anticipa denota,  pues, actitud valorativa o afectiva” (Bosque 191). El adjetivo se utiliza para hacer una evaluación del sujeto y del medio social que lo circunda. También puede darle un valor irónico a la frase como por ejemplo: bonita forma de contestar.
Por el contrario “cuando se coloca pospuesto tiene una función determinativa, definitoria, restrictiva de la significación del sustantivo. El adjetivo delimita o restringe la extensión del sustantivo” (Bosque 191).
Según el profesor Alberto Pastor: “el adjetivo es un soporte de las relaciones de diferentes tipos, siendo las de carácter de atribución las que más y mejor convienen a la naturaleza propia del adjetivo”.
En el cuento de Baldomero Lillo La Compuerta número 12 el adjetivo tiene un sentido expresivo ya que con él se intensifican, las cualidades que describen tanto las apariencias físicas, como psíquicas de los personajes. El adjetivo se utiliza no solo para dar afectividad y belleza, sino que además como nos señala el Dr. Francisco A. Marcos Marín: “el adjetivo es una categoría gramatical que utilizamos en español para modificar, o expresar una cualidad del sustantivo al que acompaña (53).  El hecho de que el adjetivo sea en esencia “la expresión de la cualidad”, es lo que me ha inspirado a la realización de un estudio más profundo de estas “cualidades” que nos sirven para expresar propiedades,  y que han sido usados en  los cuentos  de Baldomero Lillo.
Algunos ejemplos de adjetivos físicos: grandes, elevada, pequeño, surcado, profundas,  endeble, duro, opaca, decrépitos, sedientas, enflaquecidas, callosa, oscura, enlutada, gruesos, gigantesco, silencioso, enorme, mudo, brutal, sudoroso, jadeante, pesado, rápido, fangoso. Por medio de las características físicas nos enteramos de las pésimas condiciones que presentan los protagonistas: “cuerpecillo endeble”; “carcoma humana”.
Algunos ejemplos de adjetivos psíquicos: infelices, sumida, paternal, avasalladora, triste, tierna, tenaz, extraña,  inútil, infinita, honda, furiosa, vertiginosa, dolorosa.
A través de las calificaciones psíquicas como por ejemplo: “infelices criaturas”, “cavilaciones tristes”; ensimismamiento doloroso” obtenemos una descripción del triste panorama de esta historia.
Hay también un tipo de adjetivación metonímica en esta obra representado en: piso fugitivo, cripta enlutada, rostro mudo, voz opaca, potro resabiado.
El adjetivo se constituye en  portador directo de la funcionalidad implícita en el lenguaje y es poseedor de  la intencionalidad  de la que nos habla  Chomsky en su obra: “El lenguaje y el entendimiento” cuando nos señala: … “es intencional en cuanto que en el habla humana hay casi siempre la intención definida de obtener algo de alguna otra persona, cambiando su conducta, sus pensamientos o su actitud general con respecto a una situación” (50). Es en esencia, según nos señala el Doctor Francisco Marcos Marín: la expresión de la cualidad (53). La adjetivación cumple con la función de adentrarnos en la obra para su mayor comprensión.
En este cuento hay un gran número de adjetivos que han sido utilizados para denotar  un fuerte estado emocional, y otros que han sido utilizados para calificar. Algunos pertenecientes a las clases del cuerpo humano y de la existencia humana. Destacan los referidos al tamaño (pequeño, grande);  apariencia física (feo, bonito);  edad (viejo, joven) características personales (puntual, amable), carácter evaluativo (bueno, rico, difícil), y al de los sentidos (vista, oído, gusto, olfato, tacto). Con la abundancia de adjetivos  no solo se confieren valores de belleza, dramatismo y veracidad a la historia, sino que además el autor los utiliza para resaltar y poner énfasis en su obra. También le sirven para caracterizar su mundo literario,  y para  lograr que sus lectores capten la angustia en los protagonistas. En La compuerta número 12  han sido utilizados para  destacar el horror a las condiciones de trabajo  y el miedo a la muerte.
Ignacio Bosque señala: “los adjetivos son palabras que se aplican a otras palabras que nombran objetos físicos o mentales; por medio de los adjetivos  se adscribe a esos objetos una propiedad o un conjunto de propiedades” (134).
Teniendo presente estos conceptos he podido demostrar que estos recursos denominados adjetivos aparecen en la obra de Baldomero Lillo, no en forma casual sino que cada uno de ellos conlleva una función específica en el entramado lingüístico de la obra.  El autor los utiliza para evocar una nueva percepción del mundo, que tal vez debido al acostumbramiento cotidiano  hemos dejado de percibir. En esto consiste la intencionalidad  que adquiere el lenguaje en la obra literaria, de la que nos habla Chomsky, ya que, recobra la importancia de la percepción  perdida debido al acostumbramiento del lenguaje.



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